jueves, 14 de febrero de 2013

CINCO

[...] Me había dado cuenta de que, a pesar de que Demian y yo teníamos bastantes años de amistad, aún había muchas barreras entre nosotros. Era increíble como las palabras adecuadas producirían un leve rubor en su rostro de diecisiete años. ¡Por todos los cielos y era un chico! [...]

Definitivamente el estar sólo acompañado por mí lo estaba afectando de muchas maneras... pero, ni siquiera podía culparlo de eso, ya que era yo quien impedía a los demás acerarse.

[...] Había visto que Demian hablaba mucho con sus compañeros de natación, supongo que eso significa que es más sociable que yo. Cosa no tan rara cuando comparas cualquier cosa conmigo... [...]

Me gustaría saber su opinión al respecto, pero temo que su respuesta sea un alejamiento por su parte. Demian parecía estar bien conmigo, ¿y si al preguntarle él notaba cuánto realmente se estaba perdiendo? Entonces lo estaría arruinando todo. [...]

¿Es muy egoísta esto que estoy haciendo? No necesito una respuesta, sé que sí lo es. Yo misma soy muy egoísta, y no me arriesgaré a perder al único amigo que alguna vez pude tener. Demian significa demasiado para mí y no me importa si luego me odia por retenerlo, lo quiero demasiado como para que pueda ser algo bueno. [...]

martes, 7 de agosto de 2012

Un Algo - o4

Pasaron varias horas desde la medianoche cuando escuchó la puerta cerrarse abruptamente. No que lo estuviese esperando ni mucho menos, sino que había estado durmiendo hasta ese momento, pero el hecho de que llegase tan tarde del trabajo era algo que no solía pasar, no al menos sin una advertencia. Y había intentado no preocuparse cuando llegaron las 10 y él no apareció a cenar, y se dijo mil veces que los imprevistos sucedían y podía demasiado ocupado como para mandar un mensaje, aunque en el fondo lo estuviera maldiciendo más de lo que intentaba justificarlo.

Cuando la puerta de la habitación se abrió se dijo que estaba listo para hacerle el vacío por no avisar que le dejaría sólo durante tanto tiempo. Tenía a su favor la excusa de que era su responsabilidad, su tutor hasta que cumpliese los 18, y aunque era algo muy hipócrita de su parte reclamarle eso cuando más bien se lo había impuesto, no se privaría el uso de la artillería pesada. Pero sus planes se vieron desbaratados cuando Evan ignoró la cama completamente y se encerró en el cuarto de baño.

Lucas tiró las mantas a un lado, incorporándose acto seguido. Apenas si podía vislumbrar algo de la habitación por la escasa luz que escapaba por debajo de la puerta del baño, así que encendió el velador que se encontraba en su mesita de noche. La puerta no estaba entreabierta, pero podía oír la ducha correr. Desconcertado, apagó la luz.

En el interior del baño, bajo la ducha, Evan no tenía como pensamiento principal ninguna disculpa hacia el menor que ocupaba su cama. Estaba demasiado ocupado intentando calmar la furia que le había obligado a actuar imprudentemente. Se sujetó la mano adolorida, observándola como recuerdo de su idiotez y las consecuencias.

Pasó más de media hora bajo la ducha con la cabeza apoyada contra la pared, dejando el agua correr. Temía el momento en el que tuviera que alejarse de la tranquilidad que le proporcionaba el agua cayendo sobre su cuerpo, temía tener que volver al mundo real y que el tiempo para hablar con Lucas se había agotado. En cuanto saliera de la ducha no le quedaría más opción que enfrentarse a Lucas.

Pero no pudo.


La puerta de la habitación se abrió, dejando entrar a la intensa luz del pasillo y a un Evan ataviado en un traje de oficina. Su mirada se posó unos segundos en aquel bulto que se había apropiado de su cama, meses atrás; que seguramente estaba tratando de ignorar los ruidos que hacía al recolectar sus cosas por el cuarto. Después de media hora y un relajante baño, estuvo listo para volver a intentar enfrentarse a Lucas, aunque no estuviese seguro de la mejor manera de hacerlo.

Pero las palabras no salieron. Otra vez.


—Suéltalo.

La cuchara hizo un ruido exagerado al golpear la mesa de mármol, pero Lucas no se inmutó, sin despegar la mirada enojada de Evan.

—¿Qué dices? —Evan continuó tragándose su desayuno.

—¡Que lo sueltes de una vez! ¿Acaso crees que soy idiota? ¿Qué no me doy cuenta de que llegas tarde y apenas me diriges la palabra? ¡Di de una maldita vez qué es lo que está sucediendo!

Evan observó el rostro enrojecido de Lucas, consciente de que lo había vuelto a subestimar. Él ya no era ningún niño y exigía el respeto que merecía. Así que hizo lo que mejor se le daba en los últimos días. Huyó al trabajo.

Cuando volvió a altas horas de la madrugada, una completa oscuridad lo recibió en el departamento. Lucas no estaba.

domingo, 8 de julio de 2012

CUATRO

"[...] Hoy la profesora de Política nos dio un respiro de su horrenda cara y se ausentó a clases, dejándonos con dos horas de libre albedrío dentro del establecimiento escolar. Los insultos no se hicieron tardar, ni siquiera de mi parte, ya que podríamos haber estado durmiendo unas cuantas horas más antes de nuestra doble clase de educación física al mediodía. Fueron cuatro los minutos que tardé en convencer a Demian de que me llevara a conocer su casa, cuando vi que pretendía abandonarme con el resto de los compañeros que no tenían quien los fuera a buscar.

El camino fue bastante entretenido [...] pero se puso demasiado quejoso y me bajó de su espalda a la tercera cuadra de caminar. Aunque tal vez tuvo algo que ver el que me haya sostenido con mucha fuerza de su cuello... [...]

La casa es bonita por dentro y por fuera [...] y su madre es un completamente genial, no pudimos hablar mucho porque el tiempo siempre pasa demasiado rápido cuando el momento es bueno, pero puedo asegurar con firmeza que la adoré a las primeras palabras. Y me sentí muy como en casa. [...]

Como Demian y yo no compartimos la misma clase de educación física, me pasé los últimos minutos viéndolo recoger su equipo de natación, yendo de un lado hacia el otro cuando descubría que algo no se encontraba donde debería, riéndome interiormente aunque mostrándome fastidiada porque los minutos corrían de prisa.

Lo observé de reojo de a ratos, preguntándome que tanto buscaba con el brazo sumergido en la mochila, y cuando él me lo dijo me reí de su expresión ante mi respuesta tan obvia. Lo que no me sorprendía era que Demian hubiese armado tanto alboroto por un simple alfajor olvidado, era de esperarse algo así de su parte. Hubiese continuado riéndome si no fuese porque íbamos tarde a la clase [...].

Me pareció buena idea escribir ahora que nos dijeron que la profesora de Handball se tomó licencia. [...] Así que estoy sentada en las gradas del gimnasio interior, viendo como Demian chapotea en el agua. Bueno, no, no chapotea, a simple vista puedo afirmar que sabe bien lo que hace [...], y yo no sé por qué no se me había ocurrido acercarme a verlo antes. Aunque no es algo que no pueda remediarse, ya que tengo al menos tres semanas hasta que nos reasignen profesor o deporte... Y la vista desde aquí es bastante buena. [...]"