domingo, 1 de enero de 2012

UNO

Nunca había sido muy apegado a la lectura. De pequeño me habían lanzado a la televisión como una segunda madre, por lo que crecí tan idiota como tantos otros niños del mundo. Y, oh, vaya que maldigo esos momentos desperdiciados en contenidos basura que atrofiaban mis neuronas hasta achicharrarlas. Pero yo, a diferencia de esos otros niños, puse salvarme.

Mi amor por la lectura comenzó, más bien, forzado. Al principio no eran más que los pequeños libros que daban para leer en la escuela, insulsos si en este momento los releyera, pero que de a poco cautivaban mi atención. Poco más tarde sería cuando me volcase de lleno a las 'enciclopedias', como suelen llamarles.

Y todo eso se lo debo a Chris.

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