lunes, 2 de enero de 2012

DOS

Conocí a Chris en primer año de la secundaria mientras buscaba un lugar tranquilo en el cual devorar mi alfajor de chocolate diario. Ella estaba sentada en el escalón de la puerta al laboratorio vacío, con un cuaderno sobre las piernas y escribiendo frenéticamente. En ese entonces yo era tan idiota e inexperto como todos los demás chicos en lo que se refería a las chicas, por lo que no supe muy bien como acercarme a ella ni esconder lo mucho que me había gustado.

Cuando me acerqué más a su rincón solitario ella prácticamente gruñó, tensando su rostro como hacen los gatos antes de lanzarse a atacar, y me dirigió una mirada perspicaz.

-Escribo sobre lo errático de la mente humana y el por qué de el comportamiento idiota de todos esos subnormales-murmuró, lanzando una mirada auto suficiente a su cuaderno.

Le sonreí.

-Tal vez necesites ayuda con eso. Yo... pertenezco al grupo de subnormales que mencionas y podría explicarte algunas cosas.

Soltó una risita floja, señalándome el lugar vacío a su lado.

Ella, luego de ese primer encuentro, fue muy buena conmigo. Desde entonces se ha vuelto mi consejera, compañía y mejor amiga.

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